Después de unas semanas sin escribir y aprovechando la estela de las elecciones europeas celebradas el pasado fin de semana, por fin me he animado a juntar unas pocas letras.
No pretendo hablar de política, asunto sensible donde los haya. Tampoco de economía, ni de trabajo, ni de salarios, ayudas o pensiones. Sin embargo, sí que voy a referirme a la responsabilidad que todos y cada uno de nosotros tiene consigo mismo y con los demás, con las palabras que pronunciamos y callamos, con cada acto u omisión.
Me resulta llamativo que muchos pretendan que les resuelvan la vida, que prefieran que otras personas decidan en su lugar, porque les convierte en esclavos, aunque crean lo contrario. Hay quienes se instalan en la queja y en realidad no son más que marionetas al servicio del sistema, números para la estadística, colores sobre un mapa, un cartel de «no molestar» en el…
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